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Jonathan Zuñiga, exeditor de Red Exodia, me comentaba una muy interesante teoría: “en Chile existen tres equipos: Colo-Colo, la U. De Chile y Iron Maiden“, pues ni el cáncer, las sanguijuelas de sus ex miembros o los católicos pudieron frenar la histórica relación de feligreses con la banda que convocó la mayor cantidad de público (melómanos y barreros) en la historia de Chile.

 

El 15 de octubre del año pasado, una hinchada de 64 mil almas pagó $45.000 mil pesos chilenos en promedio (un poco menos del 15% del sueldo mínimo) para el show de Iron Maiden. Show que por lo demás cuesta US $1.000.0000 aprox. y uno de los más “económicos” si es por mencionar el rock de estadio.

Si sumamos el corte de tickets, sería algo así como 3.6 millones de dólares en total. Las productoras asumen un 56% de las regalías por ticket cortado para el proyecto artístico, y si descontamos el recorte de un 5% destinado a la sociedad que gestiona los derechos de reproducción, el 19% del IVA, un 3% a las tarjetas de crédito, el 7% al arriendo del nacional, entre otros, quedaría con un margen mínimo de ganancia de 360 millones de pesos aprox. solo para la producción (que tampoco es mucho: arrendar el Parque O’higgings para Lollapalooza cuesta 250 millones).

IRON MAIDEN '19

IRON MAIDEN ’19

Experiencia Cliente: La deuda eterna
Pues bien, dicho esto ¿cuál es el problema? Precio – Calidad: Un sonido seco, la falta de definición acústica, pirotecnia, las arcaicas torres de sonido y el enorme techo de nylon blanco sobre la mesa de sonido que opacó la vista de los más pequeños, merman el show familiar y el valor ticket.

También: carencia en la distribución de agua potable, vendedores autorizados obstaculizando vías de evacuación, inexistente plan retorno, el desuso de efectivo (“cashless“, implementado en Hellfest), empatizar con los minusválidos o marcar señalética en caso de catástrofe, pudieron haber sido tema en la reunión de producción de DGMedios, una de las productoras más antiguas fijadas en el país (más aún con lo sísmico que es Chile). Pero no, no pasó con los mismos que año a año los traen. Detalles inteligentes de solucionar.

Chile: la Redcompra de la música internacional.
Los shows internacionales realizados acá, poseen los tickets más caros del planeta. Un alto precio que las productoras ya ni se molestan en pensar en el espectáculo que como marca ofrecen, o en las medidas de seguridad mínima para sus clientes pues, convengamos, esto es la Industria del Entretenimiento (dejamos exentas a las bandas de la conversación).

Volviendo al ejemplo de Iron Maiden, en Argentina la Platea Preferencial costó $43.000 mil pesos chilenos, mientras que en Chile, el asiento sube a $89.200. Un abuso. Y así los precios irrisorios para Paul McCartney, David Gilmour, The Rolling Stones, Britney Spears, Rihanna… Simplemente no corresponde. Y si no lo cree, mire su entrada para el último gran concierto que fue; fíjese que pagó un 50% más por lo mismo que vio.

Buenos ejemplos.
La cultura de eventos prosperó felizmente y muy bien durante 15 años. Desde hace una década he podido presenciar al menos 260 conciertos internacionales por año, hasta marzo de este pandémico 2020. Recuerdo varios con cariño por la previa, pos, las condiciones de seguridad, y obviamente el espectáculo: Primavera Fauna y sus activaciones con Vans, Volcom y el sorteo de tablas al mejor del mosh, los intermedios de Fear Factory en su debut, los avisos de precaución en las pantallas de Lollapalooza entre todo lo que envuelve es lo a que vuelo de pájaro cruza al recordar los días de concierto.

Sin embargo y volviendo al tema que conecta esta columna de opinión, si la entrada a Iron Maiden fue una fiesta, la salida fue un caos; niños sacados sobre los hombros, empujones, asfixia… un espectáculo aparte vivir el concierto en cancha gral. Como si 20 años de shows internacionales no hubieran pasado por la factura de la productora Argentina.

IRON MAIDEN '19

IRON MAIDEN ’19

El tema en cuestión aquí no es Iron Maiden. Ellos pueden cobrar lo que quieran, porque su show es perfecto y Harris pone todo lo que se ve en cada concierto. Sin embargo, detalles como estos restan valor a la Industria Musical Chilena que a ratos comparte culpas con medios especializados que invisibilizan importantes materias por mantener la cortesía, un tipo de ficha para los movimientos de la producción. El lema es, si se puede arreglar por la seguridad de todas y todos, que se informe. Les aseguro que demarcar lugares, pegar señaléticas o poner un poquito de agua para beber, ni cosquillas sentirá el delta de ganancia.

Dickinson lo dio todo en lo que para varios fue el mejor show desde la vuelta de La Bestia (abro el debate). De igual modo, los grandes corredores de shows debiesen ponerse a la altura de sus artistas y así sacar ese amargo sabor que se siente al pensar que Iron Maiden y la gran mayoría de estrellas que pasan por el último lugar del mundo, no sea más que la tarjeta de crédito para ciertas productoras radicadas en Chile. Un mínimo de respeto.

Por Juan Gmo. Carrasco
Material audiovisual de DGMedios fanpage y YouTube